El miedo al fracaso no es algo exclusivo del ecosistema emprendedor, también hace su aparición en corporaciones cuando impulsamos un cambio que afecta a la cultura de la organización o apostamos por un proyecto novedoso que se aleja de “lo que se viene haciendo”.
En Thinkers Co. como facilitadores, en nuestro acompañamiento a emprendedores y compañías, observamos este miedo a diario, es algo común. Todos lo experimentamos en mayor o menor medida según el riesgo que asumimos, pero en lugar de evitarlo debemos comprenderlo y aprender a convivir con él.
¿Por qué no es útil evitar tener miedo?
Escondernos del miedo significa no intentarlo. No intentarlo significa quedarnos en nuestra zona de confort, aplazar decisiones cuando no podemos tomarlas con todas las garantías, estancarnos en una situación y no avanzar. Sin duda todo ello supone una barrera a la hora de transformar nuestra mentalidad y comportamiento en pos de la Cultura de la Innovación .
Aunque no lo creamos, o no queramos verlo, estos comportamientos nos repercuten de una forma mucho más negativa que simplemente intentarlo y fallar. O mejor dicho…
Parece mentira, pero cuando evitamos tener miedo no nos hacemos un favor, nos estamos auto-saboteando.
¿Cómo afrontar el miedo al fracaso?
Son muchos e innumerables los motivos y situaciones que nos llevan a esta sensación. En nuestro caso hemos desarrollado una metodología propia que entiende los fallos y las iteraciones como oportunidades para mejorar y que además nos permite mantener la incertidumbre a raya (a raya casi del todo).
Estas son las recomendaciones claves que queremos compartir con vosotros:
1. Incorpora el fallo a tu día a día como algo natural y necesario.
Cualquier proceso de aprendizaje (o de cambio, o de evolución, o de…) requiere que cometamos errores para progresar.
Trata de recordar la primera vez que fallaste en algo.
¿Lo tienes?
Imagina, por ejemplo, un niño pequeño pintando uno de esos típicos cuadernos de dibujo con siluetas para rellenar. Al principio será incapaz de pintar sin sobrepasar las líneas, o de conseguir un color uniforme, pero no por ello el niño abandona la tarea, de hecho, disfruta de su progreso y lo celebra (bueno, vale, quizás nos encontremos alguna rabieta de por medio, ¡pero hasta de eso se aprende!).
2. Entiende el fallo como una oportunidad.
Cada uno de nuestros errores es una gran y única oportunidad para extraer un aprendizaje o feedback constructivo que enriquezca nuestro proyecto. De nada sirve coger tus errores y fustigarse con ellos, ya han sucedido; por tanto, busca su parte positiva, su enseñanza, y deja que esta te empuje al siguiente paso.
A veces no queremos ver las oportunidades que esconden nuestros errores porque eso supone salir de nuestra zona de confort o abandonar alguna idea de la que nos hemos encariñado (si, esa idea que surgió en el primer brainstorming y que quieres que funcione a toda costa porque es tuya).
3. Entrena tu creatividad.
Entendemos la creatividad como una herramienta para resolver problemas. Esta capacidad no es innata, ni depende de nuestra inspiración, se basa en nuestra habilidad para hacer conexiones entre conceptos que (a primera vista) no tienen nada que ver.
Por tanto, la creatividad se puede practicar y se puede alimentar. Pensarás: ¿cómo podemos alimentarla? Escucha a tu cliente, a tu entorno, mantente observador, busca tus propias fuentes de inspiración y experimenta. Otra manera muy divertida y recomendable de entrenar nuestra creatividad es trabajar en nuestra capacidad de improvisación. En Do Improvise. Less Push. More Pause. Better Results. A new approach to work (and life). de Robert Poynton podéis encontrar algunas reflexiones y dinámicas muy atractivas para empezar.
4. Incertidumbre bajo control.
Del mismo modo, no podemos predecir el futuro, es decir, no podemos saber cuándo, ni cómo, ni porqué nos vamos a equivocar.
Lo que sí podemos hacer es invertir algo de tiempo (y créeme, merece mucho la pena) en
definir la gran pregunta, ¿qué problema queremos solucionar?, ¿por qué?
Tu desafío será la base sólida de tu proyecto y te ayudará a mantener el foco. Será el mejor recordatorio de tu objetivo para no perder la perspectiva.
5. El camino es tan importante como el resultado.
Metodologías como el Design Thinking, Lean Startup y Agile nos dan buenos puntos de partida y herramientas para crear, validar e implementar proyectos. Estas metodologías incorporan las recomendaciones de nuestro listado en su esencia y nos enseñan que el camino es lo verdaderamente enriquecedor.
Veamos como ejemplo uno de nuestros proyectos. La gran pregunta era: ¿cómo podríamos acercar la artesanía al cliente? Partiendo de este reto, y siguiendo la metodología Design Thinking, propusimos que los clientes pudieran diseñar sus propios jarrones, y eso derivó en DOVASE. El acompañamiento del artesano y los usuarios durante todo el camino fue la clave para construir la solución final.
6. Falla cuanto antes.
Da pasos pequeños y rápidos invirtiendo los recursos justos. Es importante que juegues con tus ideas y las tangibilices y testes en fases tempranas del proyecto. Recapitulando, una vez tenemos la gran pregunta, se abre un mundo de posibilidades. El problema es que estamos “contaminados” y sin quererlo fundamentamos las grandes respuestas en un montón de asunciones propias (pero espera, con esto no queremos que empieces a juzgar tus ideas, vamos a dejar que otros lo hagan).
Buscar feedback nos permite contrastar nuestras hipótesis y validarlas, así como abrirnos a otras nuevas que en un primer momento no habíamos contemplado. Cuanto antes empecemos a comprobarlas más eficaces seremos y más ágilmente podremos incorporar los cambios a nuestro proyecto.
En conclusión,
No tengas miedo a fallar, pues es parte de tu evolución personal y profesional. Aprende a confrontar las derrotas con las mejores armas que puedas conseguir y a levantarte cada vez con más fuerza y más lecciones aprendidas.
Esperamos que nuestras recomendaciones te sirvan de ayuda. Si necesitas un empujón extra puedes contactarnos aquí, estaremos encantados de orientarte y/o formar parte de tu proyecto.